Catedral de la Almudena

La majestuosa Catedral de La Almudena: un legado histórico de Madrid

Parece ser que el deseo de dotar a Madrid con su propia catedral surgió durante el reinado del Felipe II. La ciudad había florecido para convertirse en la capital y, por tanto, requería una acción decisiva: crear una iglesia que reflejara este salto al panorama nacional.

Las dificultades eclesiásticas de su creación

Madrid pertenecía, en aquel entonces, a la archidiócesis de Toledo, lo que significaba que carecía de un obispo propio. Esta realidad colocó a la capital en una situación particular, pues cualquier separación territorio-eclesiástica resultaba en menor control para el arzobispo de Toledo.

La idea de construir una catedral en Madrid se volvió un asunto complicado, tanto que los reyes posteriores como Felipe III intentaron, sin éxito, lograr el permiso necesario para su construcción. Todo avance parecía verse frustrado por el poder de la archidiócesis toledana y las propias distracciones reales, entre las que destacó la construcción del Monasterio de El Escorial durante el reinado de Felipe II.

El impulso definitivo para su construcción

No fue hasta el reinado de Alfonso XII que la Catedral de la Almudena encontró su impulso definitivo. Este rey invicto y su amor eterno hacia su esposa, María de las Mercedes, transformaron su desgraciado fallecimiento en un legado para Madrid: un templo junto al Palacio Real donde la reina podría descansar en paz.

Además, la demolición de la parroquia de Santa María en 1869 se sumó a las razones para que el proyecto cobrara vida. Se necesitaba un nuevo espacio de culto para el pueblo de Madrid y, en 1883, el petricor de la construcción recién comenzada de la Catedral de la Almudena impregnó el aire.

Alfonso XII determinó que su ubicación fuese en unos terrenos situados frente al Palacio Real y, finalmente, en 1885, Madrid se convirtió en diócesis y el sueño de una catedral para la ciudad se convirtió en realidad.

La larga construcción y consagración final de la Catedral

El camino no fue tan sencillo. Muchos proyectos, diseños e interrupciones llenaron las páginas de esta historia arquitectónica. El primer diseño, un concepto neogótico, fue propuesto por Francisco de Cubas. Después de la Guerra Civil Española, los arquitectos Fernando Chueca Goitía y Carlos Sidrach retomaron el proyecto, y es gracias a esas mentes creativas que hoy podemos admirar un exterior neoclásico en la catedral.

Finalmente, en 1993, cuatro siglos después de que la idea original fuera propuesta, la Catedral de la Almudena fue consagrada por el Papa Juan Pablo II. Su diseño puede parecer ecléctico y su estilo puede ser indeterminado, pero la catedral es verdaderamente un viaje a través de diferentes tendencias artísticas. Su exterior atrae la atención de cualquiera, fundiéndose perfectamente con la majestuosidad del Palacio Real, recordándonos siempre que fue el escenario del enlace matrimonial del actual rey, Don Felipe, con la reina Doña Letizia.