El rey de Nápoles viene a España
Carlos III era hijo de Felipe V y su segunda mujer, Isabel de Farnesio.
Cuando su hermanastro Fernando VI murió, Carlos era el rey de Nápoles. Volvió a España y reinó con el nombe de Carlos III.
Durante su reinado en Nápoles había conseguido gran popularidad entre el pueblo, al igual que su mujer, María Amalia de Sajonia. Al venir a España abdicó a favor de su tercer hijo, Fernando.
Había promovido sobre todo las bellas artes y la ciencia, fue un ejemplo de lo que se llamó «absolutismo ilustrado«.
Al llegar a España uno de los primero problemas a los que tuvo que hacer frente fue la Guerra de los Siete Años, en los que luchó contra la expansión británica en América.
También luchó con los franceses contra los británicos en la Guerra de Independencia americana.
Aún así su política exterior no tuvo mucho éxito. Donde sí fue muy popular fue en España.
Un rey ilustrado
Carlos III, aun siendo un rey absolutista, estaba muy influído por la Ilustración, una nueva forma de pensar que hizo que los reyes intentaran mejorar la forma de vida de sus súbditos con el fin de hacerse ellos mismos más poderosos.
Hubo más tolerancia religiosa y los monarcas favorecían las bellas artes, la ciencia y la educación.
El Marqués de Esquilache era el Ministro de Hacienda. Debido a las guerras, la corona necesitaba más dinero, lo que se consiguió incrementando los impuestos y también a través de la creación de la Lotería Nacional.
El motín de Esquilache
En marzo de 1766 tuvo lugar el famoso motín de Esquilache. El rey había ordenado a las gentes que llevaran capas cortas y los nuevos sombreros al estilo francés. Hasta entonces las capas eran largas y los sombreros tapaban la cara, de forma era que fácil esconderse bajo el sombrero y llevar armas bajo la capa.
Evidentemente los motivos para el cambio fueron, sobre todo, de seguridad. Sin embargo, debido a la liberalización del comercio, el precio de la comida se había incrementado y esta orden del rey fue la gota que colmó el vaso y trajo consigo una rebelión. Fianlmente los amotinados conseguirían lo que querían: alimentos más baratos, sólo ministros españoles y una amnistía general.
Estos ministros españoles convencieron al rey que la rebelión había sido organizada por los jesuitas, así que éstos fueron echados de España y sus propiedades confiscadas. Como los jesuitas tenían muchos colegios bajo su poder, fue ésta una oportunidad de cambiar el sistema educativo que ahora se basaría en la ciencia y la investigación.
Un buen alcalde para Madrid
Entre las más importantes innovaciones apoyadas por Carlos III estaba la edificación de obras públicas y una red de carreteras partiendo de Madrid a Valencia, Andalucía, Cataluña y Galicia.
Construyó muchos hospitales, ordenó la instalación de farolas en las calles y la recogida de basuras. También le debemos a él monumentos como la Cibeles, Neptuno, la Puerta de Alcalá, el Jardín Botánico y el Museo del Prado.
Quizás no fuera el mejor rey de España, pero siempre se la conocido como el mejor alcalde de Madrid. Quiso que la ciudad se convirtiera en una auténtica capital y cambió sus calles y, en fin, su carácter.
Sólo una esposa
Cuando se casó con María Amalia de Sajonia, ella sólo tenía trece años.
Tuvieron trece hijo durante su matrimonio que duró 23 años, hasta la muerte de María Amalia. Lamentablemente este hecho ocurrió al poco tiempo de convertirse en reina de España.
La costumbre de poner un belén en Navidad fue introducida por ella en España.
Se dice que cuando murió el rey dijo: «Es la primera vez que María Amalia me ha dado un disgusto.»
Carlos III vivió todavía 30 años más y nunca se volvió a casar.
Este artículo fue escrito hace más de 5 años, por lo que los datos pueden estar desactualizados.