La inclusa y primeros padres adoptivos
Según nos cuenta Javier Leralta en su libro «Madrid. Cuentos, leyenda y anécdotas», Eloy Gonzalo nació en Madrid el 1 de diciembre de 1869, hijo legítimo de Luisa García, madre soltera de Peñafiel. Se le dejó en la inclusa de Madrid que se encontraba en la calle de Mesón de Paredes. Como el día que fue abandonado era la festividad de San Eloy se le puso este nombre, como era costumbre en aquellos tiempos.
Al poco tiempo fue adoptado por un matrimonio de Avila. En esta ciudad pasó cuatro años, hasta que a su padre adoptivo, guardia civil, fue trasladado a Chapinería. Lamentablemente los padres adoptivos murieron y Eloy se quedó otra vez sólo. Se encontraba en San Bartolomé y, según se cuenta, decidió volver a Chapinería andando y sólo. La distancia entre ambos lugares es de unos 50 km que recorrió en dos días.
Chapinería y segundos padres adoptivos
En Chapinería le acogió otra familia con la que estuvo hasta los 21 años, cuando fue reclutado para el ejército. Ya como cabo pidió ingresar en el Cuerpo de Carabineros y fue destinado a Estepona en Málaga. Parece ser que poco antes de casarse tuvo un altercado con un superior lo que le llevó a los calabozos y a ser condenado a doce años de prisión.
Prisión y guerra
Debido a la necesidad de soldados para luchar en la Guerra de Cuba, en 1895 el gobierno aprobó unos decretos que posibilitaban a los presos la incorporación al ejército. Evidentemente Eloy no dejó pasar esta oportunidad de salir de prisión y ese mismo año partió hacia Cuba.
El héroe de Cascorro
Dice la historia que, en octubre de 1896, 170 soldados españoles al mando del capitán Francisco Neila se encontraban rodeados por 3.000 guerrilleros cubanos en Cascorro. Estos guerrilleros se encontraban en un fortín de madera desde el que vigilaban los movimientos de los soldados españoles. Parece que la única posibilidad era quemar este fortín.
Y aquí nace la leyenda de nuestro personaje. Eloy Gonzalo se ofreció voluntario para incendiar el fortín. Llevaba una lata de petróleo y una cuerda atada a la cintura ya que, en caso de morir, quería que le pudiesen volver a traer a las filas españolas.
Eloy consiguió incendiar el fortín y los guerrilleros huyeron, quedando los soldados españoles como vencedores de la batalla.
A los pocos días la noticia del heroismo de Eloy Gonzalo era conocido en España por un artículo publicado en El Imparcial por el periodista Domingo Blanco, en aquel momento corresponsal del periódico en La Habana. Rápidamente Eloy se convirtió en un héroe.
Muerte y estatua
Por desgracia murió el 18 de junio de 1897 en el hospital militar de Matanzas a causa de la malaria y al año siguiente sus restos fueron trasladados a España para ser enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres. Fue esta una decisión de la reina María Cristina. En espera a que se realizase este traslado, fue enterrado en el cementerio de la Almudena. Finalmente se levantó un mausoleo en su honor en el mismo cementerio que es donde se encuentra enterrado Eloy Gonzalo.
Poco tiempo después de su muerte, en 1902, el propio rey Alfonso XIII inauguró el monumento a Eloy Gonzalo, héroe de Cascorro. La estatua es obra de Aniceto Marinas y el pedestal es de José López Sallaberry. La estatua nos muestra a Eloy Gonzalo decidido a incendiar el fortín, con la lata de petróleo y la cuerda atada a la cintura.
La estatua se encuentra en la Plaza de Cascorro, en la zona del Rastro madrileño. Originalmente el nombre de esta plaza era Plaza de Nicolás Salmerón, pero al ser popularmente conocida como Plaza de Cascorro, este ha pasado a ser su nombre oficial.
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