Una familia liberal
María Victoria del Pozzo de la Cisterna y Merode nació en París en 1847 en el seno de una
María Victoria del Pozzo
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familia aristocrática muy rica y de pensamiento liberal.
Su padre era Carlos Manuel del Pozzo y estuvo ligado a la familia Bonaparte. Tras la caída de Napoleón, la zona del Piamonte a la que pertenecía Carlos Manuel del Pozzo estaba en manos del absolutista emperador de Austria. Carlos Manuel ingresó en una sociedad secreta, La Carbonería, que perseguía la independencia del Piamonte y la unificación de los reinos italianos bajo los Saboya. Los Saboya estaban entonces en Cerdeña. Al no tener descendientes Carlos Félix de Cerdeña, su sucesor era su sobrino, Carlos Alberto de Saboya-Cariñano. Tras unos distrubios en Turin en 1821, Carlos Alberto delató a varios de sus seguidores, entre ellos a Carlos Manuel del Pozzo. Este tuvo que huir y sus posesiones fueron confiscadas. En 1831 Carlos Alberto de Saboya subió al trono y ordenó que se le devolvieran todas sus posesiones. Aun así, Carlos Manuel no quiso volver a Turin mientras el rey viviera. Se dedicó a viajar y en Bélgica conoció a Luisa de Merode con la que se casó en 1846. El tenía 57 años y ella 27. María Victoria nació al año siguiente. En 1851 nació la segunda hija del matrimonio.
En 1849 el rey Carlos Alberto abdicó en su hijo, Victor Manuel II de Saboya que lideró la
Amadeo de Saboya
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unificación de Italia. Carlos Manuel del Pozzo regresó a Italia. Aunque el rey le nombró senador del reino, renunció a sus cargos políticos en aras de mantener su independencia ideológica. Se dedicó a gestionar su patrimonio, a la beneficencia y a la educción de sus hijas.
Evidentemente la figura paterna tenía que influir en sus dos hijas. Mientras su madre les enseñaba los principios religiosos cristianos y la caridad, su padre se preocupó de que recibieran un buena educación cultural y espiritual. Aprendieron literatura, ciencias, física y matemáticas. María Victoria además llegó a dominar siete idiomas. A pesar de su riqueza, las niñas fueron educadas en un ambiente austero en el que destacaba el sentido del deber y del honor.
Carlos Manuel murió repentinamente en 1864. Un mes después murió también su segunda hija, Beatriz, a los trece años.
La Rosa de Turín y el heredero
Estos dos hechos hicieron que María Victoria y su madre se apoyaran mutuamente. Vivían
Victor Manuel II
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casi recluídas, con un estilo de vida muy austero, dedicadas a la gestión de su patrimonio. Un año después del fallecimiento de su padre, madre e hija viajaron a Italia aprovechando el sexto centenario del nacimiento de Dante. Visitaron también París y Bruselas. A María Victoria se la conocía como «la rosa de Turin». Tenía 18 años.
Un príncipe austero
Amadeo de Saboya era hijo del rey Victor Manuel II y María Adelaida Habsburgo-Lorena. Tenía cuatro hermanos. Una hermana estaba casada con Napoleón José Bonaparte, primo de Napoleón III. Otra con el rey Luis I de Portugal. Los tres chicos seguían solteros. Fueron educados en un ambiente sencillo y de costumbres rigurosas. Su padre les inculcó valores miltares, la disciplina, la austeridad y el amor a la vida al aire libre y el ejercicio físico.
Victor Manuel había unificado el norte de Italia. Guiseppe Garibaldi unificó el sur tras derrotar a los Borbones-Dos Sicilias y conquistar los Estados Pontificios. Así en 1870 Victor Manuel se convirtió en el primer rey de la Italia unificada y Roma en la capital del reino.
Amadeo, duque de Aosta, siguió la carrera militar. Se suponía que en el futuro apoyaría a
María Adelaida Habsburgo-Lorena
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su hermano, Humberto, el próximo rey.
En 1865 Amadeo viajó a Portugal y España. Isabel II se oponía a los Saboya por la pérdida del reino de los Borbones. Amadeo visitó a la reina con vistas a una posible boda con la infanta Isabel, la Chata que, sin embargo, nunca se llevó a cabo.
En 1865 Italia declaró la guerra a Austria para quitarle sus posesiones del Véneto. Tanto el rey como sus hijos participaron en las batallas. El conflicto terminó con el Tratado de Viena, abandonando Austria el Véneto.
Una pareja enamorada
Amadeo fue herido y mientras se restablecía, oyó hablar de María Victoria. Intrigado comenzó a observarla y a seguir sus pasos. Le dejaba notas y la esperaba en la calle para verla pasar. Aunque posiblemente se había previsto para Amadeo una boda con una princesa, su insistencia hizo que su padre le permitiera casarse con María Victoria.
Se casaron en 1867. El tenía veintidos años y ella diecinueve. Ya entonces se mostró el carácter piadoso de la futura reina de España. Donó su traje de boda y muchos de los regalos recibidos para que decoraran altares o imágenes religiosas o bien fueran vendidos y el dinero repartido entre los necesitados. Además fundó dos hospitales para recien nacidos en Reano y Vestignè. También dió dinero para las jóvenes que no tenían medios en estas ciudades.
Tras el viaje de novios Amadeo fue nombrado vicealmirante de la flota y se le encomendó
Manuel Filiberto de Saboya
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que reorganizara la marina italiana. Durante dos años la familia tuvo que trasladarse por este motivo varias veces.En 1869 nació su primer hijo, Manuel Filiberto de Saboya, en Génova. Aunque María Victoria tardó mucho en recuperarse del parto, se ocupó directamente de la crianza del pequeño. En 1870 nació el segundo hijo, Victor Manuel. Su nacimiento coincidió con el ofrecimiento de la corona española a Amadeo de Saboya.
Reyes de España
Amadeo viajó primero sólo a España. El mismo día de su llegada recibió la noticia que su mayor apoyo en el país, el general Prim, había sido asesinado. Fue a la Basílica de Atocha para visitar la capilla ardiente del general. Desde ahí acudió a las Cortes a jurar la Constitución de 1869. Posteriormente fue a dar el pésame a la viuda de Prim. Todos los palacios tenían las ventanas y contraventanas cerradas. Era la forma en que la rancia nobleza desairaba al nuevo rey.
Amadeo tenía una evidente falta de experiencia en lo referente a su nuevo puesto. Además no hablaba español. En el palacio no siguió la etiqueta de los Borbones y mantuvo un estilo de vida más burgues que real.
Victor Manuel de Saboya
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Para añadir aun más leña al fuego, al poco tiempo de estar en Madrid comenzó una relación amorosa con Adela de Larra, hija del escritor Mariano José de Larra. A los nobles no les gustaba este nuevo rey. Apoyaban la Restauración en la figura de Alfonso XII.
María Victoria llegó a España con sus dos hijos en 1871. Desde el principio quiso integrarse en la vida española y conseguir ser querida por los españoles. Lo consiguió en parte, ya que fue muy apreciada por las mujeres humildes y de clase media.
La Rebelión de las mantillas
Los reyes solían pasear en carroza por el Paseo del Prado, al igual que el resto de la nobleza. Un día, todas las damas nobles llevaban un alfiler con la flor de lis, símbolo de los Borbones. Además llevaban peinetas y mantillas de encaje. Así siguieron durante varios días. Muchas mujeres ni siquiera se paraban a saludar a los reyes, como deberían haber hecho siguiendo la etiqueta. María Victoria se sintió tan humillada que estuvo a punto de abandonar el país. Felipe Ducazal, seguidor de Prim y de Amadeo de Saboya organizó una contra-rebellión. Hizo que varias prostitutas bien conocidas en Madrid se paseasen por el Paseo del Prado ataviadas del mismo modo que las nobles. Esto puso fin al desaire que había sido organizado además por la marquesa de Alcañices, cuyo marido era jefe del partido alfonsino. Muchos nobles no aguantaban que los
Concepción Arenal
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nuevos reyes llevaran un estilo de vido tan modesto.
María Victoria no pudo contar con la ayuda de la nobleza, pero hizo una buena amistad con dos personas de grabn relevancia: Concepción Arenal, escritora liberal y feminista, y José Luis Albareda, periodista y político liberal.
María Victoria se centró sobre todo en la beneficencia. Recibía a todos que se lo pedían. Mensualmente repartía cien mil pesetas de su fortuna personal entre obras de caridad. Empezó a evitar a la nobleza para no tener que sufrir sus desaires.
El Asilo de Lavanderas
En el Madrid del siglo XIX era normal ver a gran cantidad de mujeres lavando la ropa a orillas del Manzanares, sobre todo frente a la antigua estación del Norte. Estas mujeres solían acudir al río con sus hijos, ya que no tenían con quién dejarlos y se podían producir situaciones peligrosas para los pequeños.
María Victoria no llevaba ni cuatro meses en Madrid cuando decidió que era necesario ayudar a estas mujeres. Se comenzó a construir el Asilo de Lavanderas, una institución que se ocupaba de los hijos de estas trabajadoras mientras ellas lavaban la ropa. Además María Victoria insistió en que los niños recibieran una educación adecuada.
Adela de Larra
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Otro ejemplo de su forma de ser lo muestra el hecho de que, informada del cierre de una fábrica textil que iba a dejar a muchas familias sin sustento, le encargó un tapiz de cien metros cuadrados para la iglesia de San Felipe Neri en Turín.
En estas labores benéficas la reina recibía el asesoramiento de Concepción Arenal. Posteriormente fundó un hospicio para niños desamparados y una casa-colegio para los hijos de las cigarreras. Promocionó también la llamada «sopa económica«, comida que era distribuída en distintas zonas de Madrid hasta a seiscientas personas.
Reyes sin apoyos
Mientras tanto el gobierno de Amadeo de Saboya no cuajaba. No consiguió el apoyo de los partidos políticos, los nobles le humillaban. Debido a las medidas anticlericales que tomó su padre en Italia, la Iglesia tampoco le apoyaba. Ni siquiera podía contar con la fidelidad del ejército.
El 18 de julio de 1872 los reyes salieron a pasear en su carroza. En la calle Arenal un coche se cruzó en su camino y un hombre les disparó. Amadeo se tiró al suelo protegiendo a la reina con su cuerpo. Ella estaba embarazada. Además les dispararon desde ambos lados de la calle. La policía logró abatir a uno de los asesinos. Aunque este hecho hizo que aumentara la popularidad de los reyes, ya era tarde.
Luis Amadeo de Saboya
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Durante su estancia en Madrid, María Victoria fue consciente de las infidelidades de Amadeo. Aparte de Adela de Larra que incluso llegó a chantajear al rey cuando la dejó por otra, tuvo relaciones con una cantante de ópera y una aristócrata.
Para muchos españoles Amadeo no fue más que una solución pasajera. Era un tiempo intermedio antes de la llegada de la Restauración para los moderados, o la República para los progresistas.
En enero 1873 nació el tercer hijo de la pareja real, Luis Amadeo. Un mes después el rey comunicó al gobierno su decisión de abdicar. Tres días espués se proclamó la I República.
Amadeo y María Victoria salieron sin ningún acompañamiento oficial, casi por la puerta de atrás. Primero fueron a Lisboa, donde estuvieron un mes para que María Victoria se recuperara del parto. Después partieron a Turin donde fueron recibidos como duques de Aosta. Ambos sintieron que habían fracasado en su deber frente a España.
Un fin discreto
A partir de ese momento María Victoria vivió dedicada a la familia y las actividades
María Victoria del Pozzo y Amadeo de Saboya
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benéficas. Había encomendado a Concepción Arenal que siguiera con las fundaciones que había dejado en Madrid.
A finales de 1873 se diagnosticó que María Victoria padecía la tísis, enfermedad incurable. Murió tres años después, a los veintinueve años.
Amadeo la sobrevivió catorce años. En 1888 le convencieron para que se casara con Leticia Bonaparte, su sobrina. Tuvo un cuarto hijo con ella, Humberto. Amadeo murió en 1890 a los cuarenta y cinco años.
En Madrid María Victoria fue recordada sobre todo por aquellas personas que conocieron sus actividades benéficas que tanto les facilitaron su trabajo. Es, junto a Julia Clairy, la reina más desconocida de nuestro país. En su corto reinado supo, sin embargo, mostrar su preocupación por los menos afortunados. La llamaban «madre de los pobres«.
Fuente:
Reinas de España, autora: María José Rubio, La esfera de los libros, 2009.
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