Un japonés en Madrid
Mirai Kobayashi nació en Mito, ciudad situada a 100km de Tokio.
Siendo Mirai todavía un bebé, la familia decide venir a España, en concreto a Madrid y se instalan en la zona de La Latina. Su padre era bailarín clásico y a través de una profesora de baile había entrado en contacto con el flamenco. Ese fue uno de los motivos por los que la familia se trasladó a Madrid, ya que el padre de Mirai quería aprender mejor el baile flamenco y dedicarse a él, cosa que todavía hace.
A los cinco años Mirai recibe clases de pintura con un profesor particular, pero sería su paso por la academia ‘Estudio-Arte 13‘ lo que le marcaría. A partir de los nueve años dió clases con el profesor Manuel Herrera quien ha dedicado toda su vida al arte. Será su profesor el que le lleve al Museo del Prado, donde entró en contacto con las formas de composición de los pintores clásicos. Se verá influído, sobre todo, por las obras de Tiziano.
A los 13 años Mirai Kobayashi ya tenía decidido que su futuro estaba en la pintura.
Desde el año 2000 ha participado en exposiciones tanto colectivas como individuales.
En el año 2001 realizó un curso de grabador con el maestro Joan Barberá que era el grabador de Joan Miró. Barberá será otra fuerte influencia en su estilo. Para Mirai, Barberá es el profesor de lo heterodoxo. Su forma de pensar y trabajar es muy libre, con mucha soltura. La mentalidad del grabador hizo que Kobayashi le diera otra vuelta de tuerca a su pensamiento. ‘Tu puedes ver que pintas bien, pero puede ser mejor la propia naturaleza actuando, el agua, los ácidos….’.
En él confluyen dos culturas distintas, por nacimiento e influencias familiares, la japonesa y por otro lado la española. Aunque está completamente integrado en la cultura española, este hecho le ha ayudado a plantearse quién es realmente. Esta duda es la que le hace seguir buscando la respuesta constantemente. Nuestras raices, nuestra procedencia, influye en la forma de pensar y de pintar.
También el hecho de vivir en Madrid le ha marcado. Como dice él, ‘el paseo’ por Madrid es maravilloso. Los edificios, en los que generalmente ni nos fijamos, representan la belleza integrada en la vida cotidiana.
A la pregunta cuál hubiera sido su profesión, si no se hubiera dedicado a la pintura, Mirai contesta que probablemente se hubiese decidido por la música.
Mezcla de culturas
Kobayashi considera que en occidente encontramos el arte con ‘mayúsculas’. El arte no es una filosofía en otros países. El arte occidental es sólido, la piedra, mientras que en oriente se busca la esencia de la materia en lo líquido.
El ser humano piensa y reflexiona sobre el objeto con la mirada.
Cuando Kobayashi realiza sus pinturas, mentalmente ya sabe lo que quiere pintar, pero muchas veces se deja llevar por el propio cuadro.
Actualmente está dedicando su obra a la esencia del agua. Pinta sobre papel sobre tabla con pincel, tinta china o materiales similares y agua. Evidentemente, una vez que ha utilizado el agua, el resultado ya no se puede cambiar, no se puede corregir lo hecho. Para Mirai la esencia de la materia es acuosa.
Color y luz
En sus primeras obras Mirai realizó ejercicios de color. El color es el reflejo de la emoción. Según Mirai, estas primeras obras son figurativas, de camino al estructuralismo coreográfico, es decir, muestran una estructura occidental con una pincelada de estilo oriental. A nivel pictórico Kobayashi maduró muy pronto. Piensa con el pincel.
Dice Mirai que ahora no quiere emplear más el color. Está en una fase más lógica y estructuralista. El color son los reflejos de la luz y lo que refleja todo son los metales, por ejemplo el cobre o la plata que emplea en sus obras.
Podemos ver algunos símbolos en sus cuadros que representan los códigos genéticos y binarios, simbolizando la ciencia. Es la ciencia la que tira del pensamiento humano.
También podemos ver siempre, desde sus primeras obras, una taza de café en sus obras. Para Kobayashi las cafeterías han sido fuente y lugar de de inspiración rindiéndoles así su particular homenaje.
Influencias y preferencias
Mirai Kobayashi cree que finalmente, algún día, se establecerá en Japón, aunque no sin antes haber pasado por Berlin y Nueva York.
Entre los pintores que han influído en su obra cita a Tiziano, Miró, Picasso y Roberto Matta.
Entre sus lugares favoritos de Madrid están, aparte del Prado y el museo Reina Sofia, la Plaza de Oriente y, sobre todo, los cafés bohemios.
Durante algún tiempo fue socio del Ateneo, donde asistía a tertulias filosóficas.
Entre sus proyectos, aunque a largo plazo, está la utilización de las nuevas tecnologías y una acción común con un amigo filósofo, ‘Arte y Filosofía‘, que se verá plasmada en una web gratuita y en acciones en galerías.
Desde que se levanta hasta que se acuesta está dedicado al arte, aunque no tiene un horario establecido. Vive exclusivamente de sus obras.
Comenta Kobayashi que la mayoría de las personas que compran sus cuadros son particulares. Actualmente está intentando también entrar en el mercado japonés. Él mismo es su marchante.
La pasión que muestra al hablar del arte, de la luz, del agua, la profundidad de su pensamiento son una firme base para asegurar que será uno de los grandes nombres del arte.
Para contactar con Mirai Kobayashi, haga click aquí.
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